29 de julio de 2013

Problemas de erección más allá de la impotencia


Normalmente, cuando hablamos de los problemas que pueden afectar a la salud sexual del hombre, pensamos inmediatamente en patologías como la disfunción eréctil o la eyaculación precoz. No en vano, se considera que entre el 30 y el 40% de la población masculina a nivel mundial es susceptible de verse afectada por alguna de ellas a lo largo de su vida activa en el sexo. Las complicaciones en la erección y las dificultades para controlar el clímax son, de hecho, dos de los mayores fantasmas que atacan al hombre en sus relaciones íntimas. Sin embargo, rara vez pensamos en otro tipo de problemas que afectan a la sexualidad masculina. ¿Qué sucede cuando las dificultades en la erección no llegan por exceso sino por defecto? Hablamos entonces de priapismo

Definición del priapismo
A priori, el priapismo puede sonar como el sueño hecho realidad de cualquier hombre. Y es que consiste en una potente erección de duración extraordinaria. Pero si está considerado como una patología es porque dicha situación no responde a los parámetros de una erección ordinaria. En efecto, no es el resultado de ninguna estimulación sexual satisfactoria ni de un aumento del deseo como respuesta a un contacto íntimo. Más bien se trata de una deriva inesperada de algún trastorno en la médula espinal, de inflamaciones en la uretra o de la leucemia. En general, se habla de dos tipos de priapismo: el primario y el secundario. Aquél tiene un origen desconocido y engloba a la mayoría de los casos tratados (entre 45 y 60 % de las consultas), caracterizándose por la prolongación excesiva de la erección cuando ya ha finalizado la excitación sexual. El secundario incluye causas nerviosas y mecánicas, pudiendo estar relacionado con problemas que van desde el alcoholismo a la prostatitis, pasando por trastornos de la coagulación o la toma de algún tipo de medicación. 

¿Cómo se trata el priapismo?
Podemos hablar de priapismo cuando una erección supera las cuatro o cinco horas de duración. A diferencia de una erección normal, el ataque de priapismo hace que el pene esté firme mientras su cabeza (el glande) permanece flácida. Si en ese tiempo el pene no recupera su estado normal y sigue estando inhiesto, es necesario acudir inmediatamente a los servicios médicos de emergencia. Esta patología puede, en su versión más aguda, provocar en el hombre un intenso dolor y una sensación de agotamiento. Además, puede complicarse con otros síntomas como problemas de retención de orina o fiebre. El tratamiento del priapismo pasa por reactivar la circulación normal del pene, descongestionando la zona y aliviando así la tensión sobre la misma. Se suele recurrir al masaje prostático y a la colocación de bolsas de hielo o vendajes compresivos. También se recetan analgésicos o estrógenos, así como antiespasmódicos. Todo ello servirá para prevenir que el problema se complique y derive en una disfunción eréctil permanente.  

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